sábado, 21 de febrero de 2015

Cap. VII

¡Buenas!

Sí, publico en mi blog. ¿Milagro? ¿Enfermedad? ¿Aburrimiento? No. Simplemente he decidido ponerle más empeño y esforzarme más en tenerlo menos abandonado. Así que me dispongo a quitarle las telarañas y a ir poniendo cositas cada vez que pueda.

Este es un capítulo que escribí como colaboración con un par de personillas que me ofrecieron la oportunidad de poner mi granito de arena en una obra muy interesante que crearon a partir de algo tan maravilloso como la improvisación. 

La obra se compone de doce capítulos en total de los que dejaré en enlace al final. Estoy muy agradecida a su autora principal por dejarme participar en este proyecto, ya que siempre me falta motivación para escribir y, aunque fuese poquito, me animó el volver a poner letritas en cierto orden con sentido para CREAR algo. 

Pues bien, aquí os dejo el único capítulo escrito por mí. Espero que os guste y me comentéis qué os parece. Os animo a leer también el resto de capítulos, que son muy interesantes y tienen su puntillo que te atrapa y te engancha desde el momento cero.

Cap. VII

Bueno, al fin es viernes por la tarde. Una clase más metida en aquel agujero sin aire y creo que me suicido cortándome las venas con los folios de mis apuntes. Creo que hoy comeré algo rico, la comida de la facultad empieza a sabotear mi estómago y los tuppers recalentados empiezan a cansar. ¡A la cocina se ha dicho! Y a todo esto… ¿Yo hoy tenía algo que hacer? Viernes… viernes… no caigo.


¡Vaya! Esto empieza a oler de lujo. Después de comer me echaré una siesta de lo más reparadora. No me despertaré hasta las 6 o las 7.
¿Las 7? ¿Hoy había algo a las 7? El viernes a las 7… ¡Joder! ¡Ya me acuerdo! No era yo quien tenía planes. Son estos dos los que habían quedado hoy para hablar. Ay madre mía, veremos a ver cómo acaba la cosa… Creo que después de comer haré café, puede que sea una noche larga entre charlas y llantos. ¿En qué estaría pensando esta chica para decirle de quedar? ¿Y en qué momento se me ocurriría a mí decirle que me lo había encontrado? De verdad que, ¡vaya dos! ¡Es que son como la pescadilla que se muerde la cola! Eso no puede acabar bien. Han entrado en un bucle de ignorarse, odiarse y amarse al mismo tiempo de lo más peligroso. Que sí, que han tenido una gran historia, pero eso se acabó. Después de tanto odio, de tantas miradas evitadas y de tantos silencios incómodos, jamás podrán volver a lo que tuvieron; ni siquiera podrán volver a ser amigos.
Bueno, comida lista. Voy a comer antes de que se me indigeste. Y es que, ¿en qué momento se me ocurriría presentarlos? “Creo que os llevareis bien”, “hacéis muy buena pareja”… ¡Seré bocazas! Y ahora he pasado de encantadora Celestina a estar en medio de juez y, si me apuras, de niñera. Que sí, que en la amistad hay que estar a las duras y a las maduras, que no van a ser todo risas, cervezas y juergas; pero ¿acaso me hacen caso cuando les aconsejo? ¡Ni de coña! Entonces, ¿qué quieren de mí? 
¿Es que no pueden mirar hacia delante y dejar atrás el pasado? Ojalá bajase del cielo Tennyson y les dijese que más vale haber amado y haber perdido que jamás haber amado. ¿Acaso tienen complejo de Calibán? Ese pequeño demonio que adoraba tanto como odiaba a su amo, que lo esclavizaba y maltrataba, hasta que se busca un nuevo amo a quien adorar. ¿Pero para qué? Para al final volver a su antiguo esclavizador al que jamás dejó de adorar, a pesar de los maltratos que éste le propinaba al pobre Calibán. Siempre me dio un poco de lástima este infame personaje, pero ¿no es inútil apiadarse del que se deja avasallar y tiende a vivir una vida de masoquismo? Pues eso es lo que les pasa a estos dos. Parece que sólo quieren volver para adorar el daño que se hacen mutuamente.
Ya no tengo más hambre. Voy a tomarme el café a ver si me despejo un poco. Hoy con mucha azúcar, que la necesitaré. 
Y al otro es que ya le vale. ¿No podía saludarme como todo el mundo y listo? No. Tenía que mostrarme sus ojos tristes, que ni sus nuevos musculitos pueden esconder, tenía que hablarme de ella con esa voz ensoñadora que tanto detestan algunos de sus amigos, tenía que decirme que la echa de menos, que no existe otra musa que le inspire como ella, que hace dos años que no sabe lo que es vivir. Y claro, a mí es que se me cae el mundo encima. Que una no es de piedra. Y vale que yo no haya tenido lo que han tenido ellos, que jamás haya conseguido llegar a ese punto de conexión con nadie, que jamás ha existido un tío que me llene de verdad, pero eso no significa que no ansíe tenerlo con cada poro de mi piel y con cada latido de mi corazón. Eso no significa que cada vez que estaba con ellos se me acelerara el pulso con sólo mirar cómo se tiraban avioncitos de papel mientras yo fingía molestarme porque no me dejaban estudiar, cuando en realidad lo que sentía era una dolorosa envidia recorriendo mi espinazo. Eso no significa que cada vez que ella me llamaba y me contaba sus mil y una historias de amor, e incluso sus capítulos de desamor, yo me imaginara siendo la protagonista de dichas historias con algún príncipe azul que en lugar de Ismael Serrano me cantase por Bryan Adams; y es que a mí siempre me fue más la música en inglés. No significa que, por una santa vez, quisiera sentirme como Satine y no como Toulouse en Moulin Rouge!. 
Pero claro, eso a nadie le importa. Lo que importa es que ellos llevan sufriendo todo este tiempo, incluso después de dos años.
Pero yo no voy quejándome y llorando por las esquinas, hay que seguir adelante y luchar por lo que uno quiere. Si fuese por mí, retrocedería dos años y les daría una colleja a cada uno para que se diesen cuenta de lo que iban a perder, pero eso ya no es posible. Y con ella al menos puedo hablar, pero es que él me pone de los nervios. Aunque, ¿de qué sirve hablar con ella? Siempre me sigue la corriente, autoconvenciéndose de que ya lo ha superado y que en estos dos años ha estado con otros tíos, como si eso significara algo. Como si no hubiera buscado en cada uno de esos tíos cosas que le hicieran pensar en él. 
Pero ella cree que no me doy cuenta. Uno también escuchaba a Ismael Serrano. El otro tenía unos rasgos muy parecidos, esa nariz es muy característica. Incluso aquel chaval que conocimos en el café, para nada de su estilo, pero simplemente se llamaba como él... ¿Acaso intenta involuntariamente hacer un puzle de hombres para volver a formarlo a él? 
Llegados a este punto, casi me alegra que hayan quedado hoy. Tal vez este sea un punto clave para seguir adelante, tanto para bien, si al final consiguen volver a ser amigos (o algo más), como para mal, si por fin se dan cuenta de que no hay por dónde coger esa relación y terminan cortando por lo sano y logran olvidarse el uno del otro de una vez.
¿Debería llamarla? ¿Le mando un whatsapp? ¡Ay, Dios! Estoy yo casi más nerviosa que ellos. Será mejor que espere, puedo cagarla si la llamo y la agobio más aún...Voy a por otro café y le escribo, venga.
O no. 
Ay, no sé.
Escuchando: "Everything I do (I do it for you)" ~ Bryan Adams




Y ahora los enlaces del resto de capítulos: 



Falta el último, que aún está en el horno preparándose para salir. En cuanto esté, lo cuelgo también ^^

Saludos a todos y gracias por leerme!

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